Llevaba tres días sentada en la misma banca. Esperaba a que la sacaran a jugar con lo que más le gustaba, las palabras. No pedía demasiado. Sabía que si jugaba con ellas por una hora sería suficiente para sentarse tranquila y esperar hasta la siguiente vez. Le habían prometido dedicarle una hora para jugar, una sola hora. Pero siempre había algo más importante. Trabajo, responsabilidades, compromisos. Siempre había algo más importante que darle una hora. Y ella seguía esperando, ansiosa pero paciente. A ratos dormía, a ratos cantaba, a ratos sólo contemplaba las flores de jacarandá en el piso. A ratos pensaba en todo lo que haría con las palabras. Esperaba. Imaginaba cómo las uniría, planeaba cuáles exactamente escogería. Se agotaba. Se debilitaba. Estaba muriendo. Poco a poco la idea moría porque no podía jugar con las palabras.
miércoles, 1 de junio de 2011
Juguemos
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Las palabras son la semilla de la acción ;)
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