miércoles, 25 de mayo de 2011

Espera, esto era cosa de una sola noche!

Dormir con alguien. Sentir los brazos de ese alguien, sentir que quiere protegerte, que te pasa su calor, abrir los ojos y no estar solo sino ver a esa persona a tu lado. Escucharla respirar en tu oído, poner tu mano en su pecho, sentir su corazón latir. 

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Dormir con alguien. Que no te abrace, que se dé la vuelta, que se despierte y se vaya. Cuando no quieres escucharlo respirar en tu oído ni escuchar su corazón latir sino solamente despertarte e irte. Cuando la pareja se permite encontrar los defectos del cuerpo, la belleza del cuerpo, con el único fin de "quitarse las ganas". 


A veces necesitamos probarlo para saber que no nos gusta, o tal vez sí nos guste, quién sabe. Juzgarlo no tiene sentido. Juzgar a alguien porque le guste o no, juzgarnos a nosotros mismos porque nos guste o no. No tiene sentido. Lo que sí tiene sentido es entender porqué lo hacemos. Es para llenar un vacío? Es para evitar que nos lastimen? O es porque de verdad nos gusta? Eso sólo lo sabe cada uno y sea cual sea la respuesta no nos hace ni mejores ni peores personas. Simplemente nos ayuda a conocernos para poder estar seguros de lo que nos beneficia y lo que no.


Tal vez lo que nos pasa es que tenemos miedo a que ese “compartir cuerpos” luego se convierta también en compartir almas, sentimientos, pensamientos, ideales. Tal vez por esa barrera que nos ponemos para que la gente se acerque mucho y así evitarnos el daño posterior. 

Y capaz nos compartimos con muchos para que el corazón llegue al punto en que ya no siente, ya no es lastimado porque ya ha construído su barrera. Esa situación en la que no se compromete nada, sólo se pasa el rato.



domingo, 22 de mayo de 2011

No se trata de ser rebeldes. Se trata de ser concientes.

Nuestra mente está entrenada para sufrir.

Desde niños estamos expuestos a todo tipo de mensajes que se generan por todo lo que vemos, olemos, oímos, sentimos, probamos. Muchos de esos mensajes se guardan en nuestra mente e incluso en nuestro subconciente y así, sin que nos demos cuenta, se va formando nuestro carácter, nuestra personalidad y la forma en que vemos el mundo.

Crecemos con la idea de que tenemos que ir a la escuela, colegio, universidad, estudiar las distintas ciencias, casarnos, tener hijos, trabajar. Y vivimos con respecto a esas ideas, casi de forma automática, como si estuviéramos entrenados para eso. Pocas veces nos preguntamos… por qué?

Y no se trata de decir “ahora mis hijos no irán a la escuela” o “no voy a casarme ni a tener hijos porque eso es lo que dice la sociedad que tengo que hacer”. No se trata de ser rebeldes. Se trata de ser concientes.

Si alguien nos miente actuamos automáticamente, de acuerdo a cómo nuestra mente está entrenada. Nos mintieron, nos sentimos mal, dejamos de hablar con esa persona, nos resentimos, ahora desconfiamos de todos. Sufrimos.

Eso es reaccionar.

Cuando no nos cuestionamos nos limitamos. No tenemos más opción que reaccionar de la forma en que nuestra mente está entrenada para reaccionar.

En algún punto le dijimos a la mente “esto se debe hacer y esto no” porque aprendimos que hay ciertas cosas que están bien y otras que están mal. Pero bien o mal, para quién? Por qué?

Se supone que está mal (para muchos, no para todos obviamente) tener sexo con alguien que no es tu novio, novia, esposo o esposa. Pero, por qué está mal? En qué les afecta a los demás que yo tenga sexo con alguien sin que tengamos una relación “amorosa”? Y aunque digamos que no nos parece mal, muchas veces tendemos a juzgar a las personas que sí lo hacen. Peor aún cuando lo hacemos nosotros, es casi como habernos traicionado porque nuestra mente dice “eso está mal, eso no se debe hacer y yo lo hice!”. Entonces vienen la culpa, el remordimiento, el sufrimiento.


Pero si vamos más allá de simplemente pensar en lo que está bien y lo que está mal, si dejamos de culparnos y castigarnos para más bien cuestionarnos porqué hacemos una u otra cosa, nos va a ser más fácil entendernos, aceptarnos. Cuando te entiendes dejas de sufrir porque aceptas que elegiste vivir esa situación para aprender algo y entonces puedes decidir no volver a pasar por algo similar. 

Historias del fin del mundo

http://www.banksy.co.uk/
En su soledad se alimentaban de ira, miedo y culpa.

Los que se alimentaban de miedo generaban el abono para las tierras donde sembraban sus éxitos. Alucinaban obstáculos que dificultaban sus movimientos hasta que finalmente quedaban paralizados.  

Los que se alimentaban de culpa tenían los ojos hinchados como consecuencia de las alergias que les ocasionaba el papel de las libretas en las que llevaban el registro de traiciones, mentiras e insultos. 

Los que se alimentaban de ira no avanzaban a digerirla por lo que ésta salía en forma de fuego por sus bocas hasta que el vómito se volvía incontrolable y se autoincineraban.

Pero más que solos estaban ciegos. 

martes, 10 de mayo de 2011

Nosotros elegimos cómo vivir esa vida que nuestra alma eligió.

Muchas veces me han preguntado si creo en el destino.

Yo creo que antes de venir a este mundo físico ya elegimos cuál iba a ser nuestra vida. Eso incluye a nuestra familia, país, personalidad, físico, las personas a las que conocemos, las situaciones que vivimos. Todo depende de las lecciones que tengamos que aprender en esta vida.

Sin embargo, a pesar de que ya elegimos todo eso, durante nuestra vida también podemos elegir no pasar por ciertas situaciones o al menos minimizar el impacto de eso que nos tocaba vivir. Por ejemplo: han visto que comúnmente decimos “yo no se porqué pero siempre termino enamorándome de hombres que me traicionan”. Bueno, supongo que eso será porque tenemos que aprender a lidiar con la traición, el perdón, etcétera (sólo uno mismo puede saber qué es lo que tiene que aprender de esa situación). Mientras no aprendamos a lidiar con eso nos seguiremos encontrando con gente que nos traicione. Pero, qué pasa si aprendemos la lección a la segunda vez que nos traicionan y no a la quinta? Para qué tendríamos que pasar por una tercera traición si a la segunda ya aprendimos lo que teníamos que aprender?

Ahora bien, tampoco se trata de una fórmula mágica para evitar las traiciones u otro tipo de sufrimiento porque no vinimos a aprender UNA sola cosa, habrán seguramente muchísimas más. El punto es que nuestra vida está en nuestras manos, tenemos la opción de vivir o no una u otra situación. Pero siempre es más fácil quedarnos con esa primera elección que hicimos antes de venir a este cuerpo porque el otro camino implica tener mucha claridad sobre nuestras acciones, admitir que somos responsables por todo lo que vivimos dejando así de culpar a otros por lo que nos pasa, y reconocer el poder que tenemos sobre nosotros mismos.

Les doy un ejemplo: digamos que su novio o novia los traiciona con otra persona. Nuestra reacción es caer en el dolor, el sufrimiento, la ira, el resentimiento y en la mayoría de casos nos dura años. Eso es lo más fácil, reaccionar. Lo difícil es entender que nosotros elegimos vivir eso, la otra persona no es más que la herramienta necesaria para que nosotros aprendamos la lección. Lo difícil es encontrar esa lección, aprenderla y dejarlo pasar sin guardar emociones negativas.

Y la lección no es el típico “no vuelvo a confiar en nadie”. Yo no puedo decirles qué es lo que tienen que aprender de lo que viven, eso sólo ustedes lo pueden saber pero para eso tenemos que dejar de reaccionar.

No me mal interpreten, reaccionar no está mal. Tenemos que entender que nuestra mente ha sido entrenada para eso. Pero al igual que se la entrenó para reaccionar también se la puede entrenar para dejar de hacerlo. 


Nuestra alma eligió dónde, cómo, en qué situación nacemos. Nosotros elegimos cómo vivir esa vida que nuestra alma eligió.